sábado, 15 de diciembre de 2012


Nadie te podrá amar como Jesús te ama
Por Nelson Ned
El corazón humano no tiene la capacidad de dar el amor que tú necesitas para ser feliz. La limitación del corazón humano es grande, pues él no puede hacer nada por sí mismo. Él siempre dependerá de otro corazón, que lo ayude y que igualmente le ame para que él pueda también ser feliz.
En esas condiciones, el corazón humano está siempre sujeto a las limitaciones de algún otro, a veces hasta más débil y mucho más carente que nuestro propio corazón, aumentando así, cada vez más, el círculo vicioso de la infelicidad.  Un carente busca a otro carente, un frágil se apoya en otro frágil en la esperanza de que cada uno le dé al otro la felicidad que ambos no tienen. El resultado de eso es la caída, pues nos estamos apoyando en algo sin sustentación en sí mismo.
De la misma forma, cuando alguien quiere hacer de nosotros su fuente de felicidad colocando en nuestras manos su enorme necesidad de ser feliz y nosotros, tú y yo, que también estamos necesitando desesperadamente de felicidad nos sentimos confusos e impotentes. 
Es en ese momento de angustia y soledad, que debemos recordar aquella frase: “Jesús te ama”. Si, Jesús te ama y con un amor que nace no del corazón humano, sino del corazón de Dios. Nadie te puede amar como Jesús te ama. ¡Simplemente, porque Jesús no tiene amor, Él es amor! El verdadero amor que no puede ser encontrado en el corazón humano porque viene de lo alto, es espiritual, sobrenatural, sagrado. Jesús no esperó ser amado por ti para amarte. Él ya te ama ahora, ayer, mañana y siempre. Su divino amor no establece condiciones o imposiciones para amarte.
¡Jesús te ama como tú eres! Para Él no eres feo o hermoso, grande o pequeño, blanco o negro, rico o pobre, joven o viejo, pues Jesús no mira tu apariencia, sino que mira tu corazón. Y es ahí, en tu corazón, que Él quiere habitar para lavar tus heridas, eliminar  toda amargura, secar tus lágrimas y limpiar las cicatrices de tu alma, solo porque tú eres sumamente importante para Él. El corazón humano no tiene la culpa de ser limitado. Si alguien no te dio la felicidad que esperabas, es porque nadie te puede dar aquello que no tiene. 
Pero cuando tú aceptas recibir en tu corazón ese amor que perdona, ese amor que no cobra, ese amor que da la paz, la alegría, tu corazón humano será transformado en un corazón espiritual, pues en él habitará el amor de Jesucristo.
Entonces, tú comenzarás  a ver, a perdonar y a amar como Jesús. Y finalmente, encontrarás aquello que tanto buscas: la felicidad. Pues, solo el amor de Jesucristo tiene la capacidad de suplir todo lo que necesitas para ser feliz. Créame, nadie te puede amar como el Señor Jesús te ama.