lunes, 24 de agosto de 2009

¿Hasta cuándo las luchas?

La vida cristiana nunca ha sido fácil. Ya lo decía el apóstol Pablo:
“De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11: 24-28).
Por otro lado, Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo. Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Juan 18: 36; 15: 18 20).
¿Qué significa todo esto para nosotros hoy día? Que si bien no lo entendemos todo, una seguridad tenemos; no trabajamos para un reino terrenal y pasajero; nuestra labor es para un reino eterno e imperecedero. Por tal razón, esforcémonos y sigamos adelante sin desmayar, aunque las luchas sean duras y agónicas.
Muchas promesas hay para el vencedor:
“Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono.” (Apocalipsis 2: 7, 11, 17, 26; 3: 5, 12, 21)
¡Firmes y adelante, hijos del Altísimo, la victoria es nuestra!

1 comentario:

  1. Esperanzador, motivante, alentador y reconfortante mensaje! Gracias pastora María.

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