sábado, 29 de agosto de 2009

Maranatha

Conforme pasan los días, cuanto más me entero de las noticias mundiales, y sobre todo de aquellas que no son tan divulgadas, más me entristezco al ver como los valores bíblicos están desapareciendo a pasos agigantados.
La humanidad que por largos lustros reconoció el valor de la Biblia ahora la ignora y peor aún, la pisotea y la denigra. Si no fuera porque nuestro Señor nos preparó para esto, ¿cómo estaríamos afrontando estas avalanchas de injusticia, de inmoralidad, de violencia?
La economía mundial se tambaleó fuertemente y pareciera que apenas se recupera; seguimos oyendo de recortes de empleos en distintas compañías. Países que se han jactado de gran estabilidad económica, ahora se enfrentan a situaciones que quizás ni en sus peores pesadillas lo habían considerado.
Las diferencias y estremecimientos entre varios países de Latinoamérica, la inflación disminuyendo cada día el poder adquisitivo de los pueblos de nuestra América. La inmoralidad galopante que nos rodea y ahoga, la violencia asustándonos de tal forma que los “malos” andan libres por las calles y los “buenos” debemos vivir encerrados; nuestros hogares casi se asemejan a fortalezas; echamos mano de hierros, murallas, verjas, alarmas y toda clase de implementos que nos proporcionen un poco más de seguridad, para no caer en las manos de los facinerosos urbanos.
No obstante, lo que me sostiene y anima en estos tiempos es la seguridad de que conozco el final de la historia, y muchos textos bíblicos lo corroboran:
“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. ….. No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” – Apocalipsis 22: 7-13.
Y de todo eso hemos sido advertidos por nuestro Señor Jesucristo:
“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” – Lucas 21: 28.
Sin embargo, ante los tiempos que estamos viviendo se hace necesario estar preparados en todos los frentes: espiritual, emocional y en el del conocimiento.
1. Si nos mantenemos preparados espiritualmente estaremos listos si el Señor viniera hoy.
2. Si nos preparamos emocionalmente sabremos que lo que estamos viviendo son los dolores de parto profetizado por Jesús cuando dijo: Y todo esto será principio de dolores – Mateo 24: 8.
3. Si nos preparamos en conocimiento no seremos engañados, pues cada día se intensifica el
Que las palabras de Jesucristo encuentre eco en nuestros corazones:
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” – Juan 5: 39, 40.
En la medida que creemos (y la fe es por el oír la palabra de Dios), más gozo y paz se harán presentes en nuestras vidas; y en esa misma proporción, abundará la esperanza. Para poder enfrentar todo lo que se está manifestando hoy, y todo lo que se avecina sobre esta humanidad, ciertamente necesitamos el gozo, la paz y la esperanza.
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” – Romanos 15: 13.
Seamos sabios y propongamos en nuestros corazones el prepararnos en y con la Palabra del Señor. Invirtamos tiempo y dedicación a esta labor; ella es la que nos sostendrá en lo porvenir.
“Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” – Efesios 5:14.

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