martes, 1 de diciembre de 2009

Navidad, la llegada de la luz verdadera

Llegamos a diciembre, mes de compras, regalos, comidas, ropas nuevas. Pocos son los que relacionan la Navidad con la venida del Hijo de Dios a este mundo, la venida de la “luz verdadera” que alumbra a todo hombre. Conforme pasan los meses y años, conociendo más y más de la Palabra de Dios, descubrimos que algunos textos bíblicos nos impresionan, nos turban muy adentro y llegan a hacerse parte nuestra. En el inicio de este mes de diciembre les comparto uno de estos versículos: “… Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él” (Jueces 16:20).
Algunos podrán preguntarse: “¿Y qué tiene esto que ver con Navidad?”. Mucho. Cada vez que leo este pasaje mi corazón se conmueve y experimento dolor, tristeza y temor. Dolor y tristeza por Sansón y por tantos otros hijos de Dios que asumen que el Señor está por ellos, cuando en realidad, hace tiempo Él ya se ha ido. Temor, porque sé que lo mismo pudiera pasarme a mí: dedicarme tanto a los asuntos de Dios, y alejarme del Dios de todos los asuntos.
Y en este mes de tantas festividades –Día de las Madres, Navidad, Despedida de Año– pongamos atención a nuestros pasos, a nuestros afanes y distracciones, a la cantidad de dinero que pensamos gastar en este tiempo. Es hermoso celebrar fiestas con las personas que amamos; es placentero dar y recibir regalos; es agradable degustar los exquisitos platillos propios de la ocasión. Todo eso es bueno, nos satisface, nos emociona y usualmente también engorda.
No obstante, ¿por qué no aprovechar estas festividades para iniciar nuevas tradiciones en el hogar, principalmente si eres la primera generación de creyentes en tu familia? ¿Por qué no celebrar dichos eventos teniendo muy claro en nuestras mentes, que el invitado de honor es Jesucristo? ¿Por qué no enseñar a las nuevas generaciones, como los hijos de Dios disfrutan de las muchas festividades que el mundo celebra, sin perder de vista que lo hacemos por y en la presencia del homenajeado de Belén?
Les animo a no desperdiciar lo que el Señor de la Navidad pone en muestras manos. Hagamos de este fin de año, con todas sus celebraciones, oportunidades para imprimir en el álbum de nuestras memorias, recuerdos indelebles del final de este año 2009. Disfruta estos días, ama y demuestra amor a tus seres queridos, aferrado al Rey de la Gloria, sin perder de vista que ahora es el tiempo de dar de lo que recibimos, de dar de lo que tenemos: “el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones”.

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! - Lucas 2:14.

Por María Valarini

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