miércoles, 2 de diciembre de 2009

Santa Claus: Una Perspectiva Cristiana

Santa Claus, algunos lo satanizan y otros lo beatifican. ¿Es posible rescatarlo del Polo Norte y situarlo propiamente en la historia del cristianismo?

Por Pablo Santomauro
Hay un sólo tópico donde algunos fundamentalistas cristianos se dan la mano con los Testigos de Jehová y la secta de los Pentecostales Unicitarios, y éste es la fobia que le tienen a la Navidad. Esta “navidofobia” no va dirigida solamente hacia la celebración del nacimiento de Jesús y el uso del árbol de Navidad. Hay un tercer enemigo que los mantiene ocupados durante esta época, se llama Santa Claus.

“Satán es Santa Claus”, “El diablo en su chimenea”, “Santa Claus es el anticristo”, “Santa Claus: Imitación Satánica de Jesús”, etc., y otros títulos descabellados son comunes en la literatura de algunos grupos. Debemos dar crédito a los Testigos de Jehová en el sentido de que por lo menos no identifican al pobre Santa como Satanás. Ese lunatismo extremo sólo se ve entre algunos cristianos, lamentablemente.

El dilema que confrontan los padres cristianos con hijos pequeños es qué decirle a los niños. ¿Existe Santa Claus o no existe? ¿Es cruel decirles a los chicos que los que compran los regalos son sus progenitores? Muchos padres se sienten culpables por el hecho de mentirles a los niños. Por otro lado, no quieren privarlos de sentir la emoción, la ilusión o expectativa del arribo de Santa Claus. ¿Qué debemos hacer? Sobre el final del artículo sugeriremos la mejor alternativa posible para el cristiano. Pero antes, una breve reseña sobre Santa Claus.

El origen de las leyendas en torno a este personaje está lejos de ser pagano. Por el contrario, San Nicolás fue un obispo de la Iglesia durante el siglo cuarto, en la ciudad de Mira, provincia de Licia. La ciudad es mencionada en Hechos 27:5, la nave en la que viajó el apóstol Pablo hizo escala allí.

Dice la tradición que el obispo perteneció a una familia acaudalada. Fue famoso por su generosidad y sabiduría, y fue un hombre que amó mucho al Señor. Una de las historias sobre su vida lo ubica presente en el Concilio de Nicea en el 325 d. C., donde el conocido hereje Arrio de Alejandría atacó la Deidad de Jesús. Los informes indican que San Nicolás, irritado por los ataques a la Deidad de Jesucristo, cruzó la sala de reunión del Concilio hasta donde estaba Arrio y sin decir “agua va” le noqueó de una trompada. Hoy en día puede ser fácil criticar esta actitud sin conocer las circunstancias vividas en ese momento de la historia, cuando el destino mismo del cristianismo estaba en juego.

San Nicolás muere como mártir en 340 d.C. Posteriormente, en el siglo 11 sus restos son llevados por unos soldados italianos a Italia, donde se construyó una iglesia en su honor en la ciudad de Bari, puerto del sur de Italia. Por ello se le pasa a conocer luego con el nombre de San Nicolás de Bari. Más adelante, por supuesto, se crea toda clase de leyendas alrededor de él, como es típico de los paganos. Ya para el siglo 12 comienza en Europa una festividad en Alemania, Francia y Holanda, donde se practicaba la caridad y se daban regalos a los niños y a los pobres. Para ese entonces su nombre ya era Sankt Nikolaus en Alemania, Pere Noel en Francia, y Sinter Klaas en Holanda, nombre éste último que luego evolucionó a Santa Claus en suelo americano.

Esta es, en breve, la perspectiva histórica del verdadero Santa Claus. Ahora que ya la conocemos, ¿cómo desechamos lo que es leyenda e incorporamos lo que es verdad acerca del personaje a los efectos de comunicárselo a los niños? La forma de plantearles a sus hijos el tema de Santa Claus que expongo a continuación es adaptada de www.answers.org, la página de los hermanos Passantino. A medida que la leen, tengan en cuenta que los datos históricos, de acuerdo a los documentos existentes, no son ficticios sino verdaderos:

“Había una vez, have mucho tiempo, un cristiano muy especial. Su nombre era Nicolás, y nosotros le llamamos San Nicolás, porque “santo” quiere decir alguien que pertenece a Dios, alguien que es de Dios, al igual que nosotros. En el pueblo de San Nicolás había muchos niños pobres. Ellos no tenían suficiente comida, ni ropas, ni juguetes. San Nicolás usaba su dinero para comprar comida, ropas y juguetes para los niños pobres. San Nicolás no quería avergonzarlos con los regalos y se los daba secretamente. Por lo general los dejaba en las puertas de las casas durante la noche.”
“Había algo más que Nicolás hacía, le hablaba a toda la gente acerca de Jesús y cuánto los amaba Dios. Mucha gente se convirtió Cristo gracias a las palabras que San Nicolás les decía. Pero entonces, unas personas malas que odiaban a Jesús pusieron a San Nicolás en la cárcel para que ya no pudiera hablarles a la gente acerca de Jesús, y para que ya no ayudara más a nadie. Pero a pesar de esto, San Nicolás siguió hablando acerca de Jesús hasta que finalmente lo mataron.”
“Nosotros recordamos a San Nicolás en la época de Navidad por la forma en que amó a Cristo Jesús y por los regalos que le daba a los niños pobres de su pueblo. Todos los regalos que el dio, y todos los regalos que nosotros damos para Navidad, son para recordarnos del mejor regalo que jamás alguien dado, y eso sucedió cuando Dios el Padre dio a su Hijo único, Jesucristo, para que nosotros seamos salvos.”
“Hoy en día hay mucha gente que no conoce la verdad acerca de San Nicolás. Ellos lo llaman Santa Claus, y le cuentan a sus niños historias de mentira, que vive en el Polo Norte, que tiene renos, enanitos y otras cosas. Pero nosotros sabemos la verdad, y cuando entramos en una tienda y vemos a un hombre vestido de Santa Claus, o vemos una foto o un dibujo de Santa Claus en una revista, nos acordamos del verdadero Santa Claus, que amó mucho a Jesús, tanto que su vida y su muerte nos recuerdan del regalo que nos hizo Dios, Jesucristo”

Esta es, en pocas palabras, la explicación más equilibrada que los padres cristianos pueden dar a sus hijos acerca de Santa Claus.
¡Feliz Navidad!

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Lo expuesto anteriormente es de Pablo Santomauro, apologista cristiano, pero ahora agrego algunos comentarios míos:

Otro error que cometen muchos padres cristianos es decir a sus hijos que el “Niño Jesús” es quien trae los regalos, perdiendo de vista que no existe un “niño Jesús”, pues nuestro Salvador ahora es aquel que está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros. Y por otro lado, esta mentira (“mentira blanca” como dirían algunos) “el Niño Jesús trae los regalos”, es causante de dolorosas experiencias para nuestros niños. Y estas falsedades, lo único que lograrán es alejarlos del Dios de toda bondad y misericordia, del Dios que a todos nos ama por igual.
Si eres de los que enseñan a sus hijos que el Niño Jesús es quien trae los regalos, ¿qué le dirás cuando ellos te pregunten…

1.Si Dios no hace acepción de personas ¿por qué a Juanito el Niño Jesús le trajo una bicicleta y a mí un carrito tan pequeño?
2.Si mi mamá dijo que el Niño Jesús no me traería carros de guerra y las muchas armas que yo quería, pues eso no le agrada a Dios, ¿por qué a Pedrito sí le trajo, y hasta más pistolas y metralletas de las que yo quería?
3.¿Por qué mi papá no volvió a la casa si esto fue lo que le pedí al Niño Jesús?
4.Mi mamá dijo que si yo me portaba bien, si estudiaba, si iba a la iglesia, el Niño Jesús traería lo que yo pidiera. Entonces, ¿por qué no me trajo el Nintendo (o cualquier otra cosa...) que yo pedí?
5.¡Wao, el Niño Jesús si me quiere; todo lo que pedí me lo trajo, pero a Robertito no le trajo casi nada!
6.Papá, ¿por qué si Marcos (el hijo de la empleada) y yo pedimos las mismas cosas, el Niño Jesús solo las trajo a mí?

Padres y madres, sean veraces con sus hijos; enséñenles las verdades de la vida según los principios bíblicos y las buenas historias de la cristiandad. No se adapten al mundo, pues a la larga los que sufrirán, además de los mismos hijos, serán los padres que les hayan mentido a sus pequeños.

Enseñen a sus hijos que Navidad es Dios dándonos el “más grande regalo del mundo”: Cristo Jesús. Y por supuesto, que sus explicaciones vayan acordes a la edad de sus niños.
¡Feliz Navidad en Cristo Jesús Señor nuestro!

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