Estamos viviendo tiempos significativos, tiempos en que muchas corrientes espiritualistas se dejan sentir, atrapando a aquellos que tienen hambre de lo espiritual; quienes, lamentablemente, no acuden a la “mesa del Señor”, sino que acuden al basurero de cualquier “restaurante espiritualista”.
Muchos afirman hablar en el nombre del Señor Jesús, y sin embargo no es así. ¿Cómo reconocer a quiénes Dios ha enviado? El mismo Dios en las palabras del profeta Jeremías, en los años 600 a. C. aproximadamente, nos da respuesta:
“No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras” (Jeremías 23: 21, 22).
Todo profeta –entendiéndose como tal a todo aquel que habla de parte de Dios– debe instar al pueblo a la santidad, a la consagración, al perdón, al servicio del verdadero Dios y de Jesucristo nuestro Señor.
Este texto es para que meditemos y entendamos que cuando no estamos en el secreto de Dios no podremos oír su voz, y por ende ni siquiera podremos discernir cuando algo que se dice es de Dios o no.
Cuidémonos, los días son malos; y la venida del Señor está cercana.
¿Cuándo venga el Señor hallará fe en ti? ¿Encontrará amor por Él en tu corazón?
sábado, 9 de abril de 2011
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