domingo, 17 de abril de 2011

A ti mi Cristo…

En aquellos días cuando soy como el búho de las soledades; cuando todo se tiñe de oscuro y aun el cielo amenazante se ve, ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

Cuando estoy como pájaro solitario sobre el tejado, y todos se han alejado y sola debo enfrentar lo que se avecina, ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

Al no encontrar respuestas a mis muchas preguntas; al estrellarme con puertas herméticamente cerradas, y cuando el dolor invade todo mi ser, ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

Al venir los días nublados, cuando el sol ni siquiera se asoma; y navegando estoy en mis olas de desánimo, donde todo parece sin sentido y sin rumbo seguro, ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

Y cuando finalmente la tormenta es reemplazada por la bonanza; los sueños fenecidos recobran vida y el gozo inunda el corazón, ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

Bajo la explosión de la alegría y del jolgorio, cuando todo sale a pedir de boca; y la risa encuentra morada fija en mis labios, ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

Y al llegar al final de la jornada, cuando el tiempo de volver a casa raudo se aproxima, puedo soltar las amarras entregándome a tu perfecto amor, porque ¡yo creo en ti y sé que mi vida en tus manos está!

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